El tiempo se detuvo por unos
segundos en La Rosaleda para que el
malaguismo le rindiera pleitesía eterna a
Manuel Pellegrini. La afición blanquiazul,
incansable durante todo el encuentro,
alcanzaba el clímax cuando el «Ingeniero»
pisaba el centro del campo agradeciendo a
cada uno de los aficionados lo vivido en
Málaga estos últimos dos años y medio.
El pitido final de Delgado Ferreiro también era
el pistoletazo que arrancaba una catarata de
sentimientos en el técnico chileno. Durante el
partido, además de los tradicionales cánticos,
la afición agradeció el paso del míster por
Málaga con numerosas pancartas: «Hasta
pronto Ingeniero», Gracias Don Manuel» o
«Ingeniero de nuestros sueños» fueron algunas
de ellas. A la conclusión del partido, los
consejeros del club Francisco Martín Aguilar,
Antonio Benítez y Abdullah Ben Barek le
hicieron entrega al entrenador de una placa de
agradecimiento y de homenaje. Mientras que el
chileno embocaba el vestuario de La Rosaleda,
por última vez, en un improvisado pasillo
humano formado por sus jugadores.
Este es sólo el final, pero para contar con
detalles la historia de Manuel Pellegrini en
Málaga, lo mejor es comenzar desde el
principio. El «Ingeniero» aterrizó en la Costa
del Sol el 4 de noviembre de 2010 para coger
las riendas de un equipo a la deriva, enderezar
el rumbo liguero y guiarlo en los años
venideros hacia un proyecto ilusionante.
Desde entonces, Pellegrini ha escrito un
capítulo fascinante en cada uno dos años y
medio que ha estado en Málaga para convertir
su estancia en toda una leyenda. El legado que
dejará el «Ingeniero» cuando termine su
contrato como malaguista en los próximos días
será difícil de igualar. Cronológicamente, el
técnico malaguista ha ido de menos a más en
cada una de sus tres temporadas. Pero
emocionalmente, cada paso siempre ha sido
mejor que el anterior.
El chileno tomó las riendas de un equipo mal
planificado y que apuntaba a descalabro, pese
a la importante inversión veraniega con el
desembarco del jeque. El primer año de Al-
Thani estuvo a punto de saldarse con
catástrofe, hasta que el míster recondujo la
situación. Sacó al equipo del descenso y lo
salvó con holgura en un final de campaña
inmejorable con Baptista, Demichelis y
Caballero ejecutando sobre el césped cada una
de sus directrices desde la banda. Ese mismo
curso incluso fue cuestionado por la falta de
respuesta deportiva, por lo que llegó a poner a
disposición del club su cargo hasta en dos
ocasiones.
El año terminó con el Málaga salvado, con
Pellegrini reforzado con una ampliación de
contrato y con todo un verano para crear un
equipo a su imagen y semejanza. Y ahí el
chileno no dudó. Pidió a Cazorla, Van
Nistelrooy, Toulalan, Monreal y Joaquín, entre
otros, para luchar por entrar en Europa. Y el
jeque se los concedió. En un año de ensueño
llevó al conjunto blanquiazul hasta la cima de
los mortales: la cuarta plaza.
El Málaga comenzó a forjar su leyenda con
buen fútbol y con inmejorables resultados. La
Rosaleda se llenaba partido sí y partido
también. La «Malagamanía» se desataba y el
malaguismo vivía días de vino y rosas. Con la
previa de Champions, el proyecto comenzaba a
tomar velocidad de crucero y a saltar
escalones deportivos.
La figura de Pellegrini se hacía grande, pero la
verdadera dimensión de los hombres se mide
en los momentos difíciles. Y ahí fue donde la
leyenda del «Ingeniero» se hizo eterna. El
pasado verano de destapó la caja de Pandora
en el Málaga CF. Las noticias extradeportivas
que rodeaban a la entidad auguraban un
desastre económico y la plantilla vivía sus días
de mayor incertidumbre.
El impago a los jugadores, las denuncias ante
la LFP, la venta de las estrellas blanquiazules o
el desamparo institucional fueron algunas de
las inquietantes noticias que acompañaban al
equipo esos días de verano, pero que fueron
amortiguadas bajo el paraguas de Pellegrini. El
chileno asumió una figura casi paternal entre
los jugadores, asumió las riendas deportivas
del club y consiguió rebajar el golpe
institucional para meter al equipo en la Liga de
Campeones superando en la previa al
Panathinaikos.
Sin sus grandes estrellas, la batalla del míster
se fraguaba en el césped, conduciendo al
Málaga por Europa con paso firme y con éxito,
pero también en los despachos, donde
reclamaba lo pactado a sus jugadores. El
chileno incluso disuadió algún que otro motín.
La sanción de la UEFA, la espantada del jeque y
la ausencia de un proyecto serio han
terminado por cansar al chileno, que la semana
pasada anunció su marcha. Pellegrini ha
dirigido en dos temporadas y media 128
partidos (102 de Liga, 13 de Copa y 12 de
Champions) con 53 triunfos, 45 derrotas y 30
empates. Se marcha un caballero del fútbol,
una leyenda del malaguismo.
Siempre estará en nuestro corazón, en el de cada uno de los malaguistas, y es que Pellegrini a devuelto la ilusión a una ciudad que se ha hecho mas grande con su ayuda, a llevado el nombre de MÁLAGA por toda Europa, no queda mas que decir dos palabras. GRACIAS PELLEGRINI.
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